¿Cómo gestionar los tiempos de la familia en una situación de convivencia obligada?

¿Cómo gestionar los tiempos de la familia en una situación de convivencia obligada?. ARHOE


Por Silvia Álava. Doctora en Psicología, escritora y conferenciante


En estos días se habla mucho de la conciliación y de las oportunidades que el teletrabajo nos brinda en ese sentido. Si bien es cierto que el teletrabajo puede tener muchas ventajas, debemos de saber ¿qué no es teletrabajar?

Estamos viviendo una situación única en nuestra historia, una pandemia que hace que todos tengamos que estar confinados en casa, tanto niños como los adultos; no obstante, nuestras vidas no se han parado, tanto las escuelas como las oficinas, incluso los gimnasios, se han trasladado de forma improvisada a nuestras casas. Y ahora tenemos que hacer “juegos malabares” para poder llegar a todo. Nos hemos convertido en profesores y profesoras, enfermeros y enfermeras, monitores de tiempo libre, asistentes del hogar… sin dejar de ser trabajadoras y trabajadores; y todo ello debiendo dejar un espacio para el autocuidado personal.

¿Se puede conseguir?

La respuesta depende de nuestro grado de exigencia:

Si pretendemos hacerlo todo igual que antes del confinamiento, será muy difícil que nos sintamos bien.

Pero si conseguimos ser flexibles y fijarnos metas razonables teniendo en cuenta el momento que vivimos, evitaremos sentirnos mal por tener esa sensación de que no llegamos a todo y nos sentiremos reforzados con cada paso dado.

¿Qué podemos hacer para conciliar en esta situación?

1. Ser realistas respecto a los objetivos que nos planteamos. No podemos pretender hacer las mismas cosas ni con la misma calidad que antes del confinamiento. Ni los niños pueden seguir el mismo ritmo de trabajo en las clases online o en los ejercicios que se les manda cada día, ni nosotros podemos producir al mismo nivel. El confinamiento afecta a nuestra capacidad de atención y de concentración. Sé realista a la hora de estimar el tiempo que necesitas para realizar cada tarea.

2. Flexibilidad, tanto desde las empresas como a nivel personal. El confinamiento nos ha cambiado la forma de trabajar. Empezando por los horarios, que deben de flexibilizarse para que cada familia pueda adaptarlos a sus necesidades.

3. Empatía. Ahora más que nunca es el momento de demostrar que las empresas están formadas por personas y que su valor está en su gente. Entender las circunstancias personales de cada uno nos ayudará a adaptarnos a su situación. La misma solución no vale para todos.

4. Organización y planificación. En la medida de lo posible definir espacios y horarios, además de las tareas a realizar y los objetivos de cada día, nos pueden ayudar.

¿Cómo afecta la convivencia intensiva 24 horas al día durante 7 a la semana a las familias?

Nunca habíamos tenido una convivencia tan extensa, ni tan intensa, con pocos momentos de aislamiento personal. Esto puede pasar factura en las relaciones familiares. Estamos todo el día juntos con apenas espacio personal y no podemos salir de casa nada más que para dar un paseo de una hora o practicar algo de deporte. Eso hace que todos estemos más irritables, tanto los adultos como los niños. Por ello ahora más que nunca, debemos dejar un espacio para hablar de las emociones, de cómo nos sentimos.

Una buena opción es llegar a un consenso entre todos los miembros de la familia para así decidir cuáles son las reglas de convivencia que nos pueden ayudar a llevarnos lo mejor posible. Un ejemplo podría ser: tratarnos todos con respeto y tener siempre en cuenta los sentimientos de los demás.

Sin olvidarnos de crear un clima de confianza, donde todos los miembros de la familia puedan contar lo que les preocupa y sin que sus emociones vayan a ser juzgadas.

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¿Cuáles van a ser las lecciones positivas con las que nos quedaremos después de la crisis respecto a la convivencia familiar?

Sin lugar a duda, podemos sacar provecho de esta situación y pese a la dificultad de esta, utilizar la oportunidad de aprendizaje que nos brinda. Así podemos:

Aprender a valorar. Todas aquellas cosas que antes dábamos por hechas, como por ejemplo ir al parque, salir a merendar, quedar con los amigos… la imposibilidad de hacerlo a corto plazo nos ayudará a valorar aún más el día que lo podamos volver a hacer.

Ser agradecidos. La gratitud es uno de los mejores predictores de la felicidad. La gratitud es mucho más que dar gracias, es un sentimiento de asombro, de agradecimiento y de admiración por la vida, y es algo que podemos trabajar con los niños desde que son pequeños. Se trata de aprender a poner el foco en las cosas que podemos agradecer hoy.

El trabajo en equipo. Vamos a utilizar esta crisis y esta situación para desterrar de una vez por todas la idea de “ayudar a mamá”. En casa vivimos todos, así que todos vamos a colaborar y lo haremos en la medida de lo posible, en función de la edad y de lo que podamos hacer. Es el momento de trabajar la “corresponsabilidad” y de educar niños responsables y favorecer su autonomía.

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